Profecías autocumplidas

Profecías autocumplidas

Hoy venimos a hablaros de un poderoso efecto que la psicología científica lleva años estudiando y que tiene gran relevancia en nuestra vida, ya que condiciona nuestra conducta y los logros que conseguimos: el Efecto Pigmalión (también llamado Profecía autocumplida).

Un poco de leyenda…

Según cuenta el mito griego, Pigmalión era un escultor que cincelaba en mármol o marfil personajes y vidas ejemplares de su época.

A pesar de su pasión por el arte, el escultor no estaba satisfecho con su vida: deseaba encontrar a la mujer perfecta con la que casarse. Tan fuerte era este deseo que acabó esculpiendo con sus propias manos la mujer de sus sueños: Galatea. Pigmalión soñaba con que ella pudiera cobrar vida.

Una noche, por influencia de Afrodita, Pigmalión soñó que Galatea cobraba vida: su frío material se convertía en cálida piel. Su sueño se acabó haciendo realidad por la expectativa que el escultor había depositado en su propia creación. Su deseo la hizo real y el escultor encontró la felicidad.

 

El psicólogo social Robert Rosenthal, en el año 1965 realizó un experimento que demostraba que, las expectativas y las creencias que posee una persona influyen directamente en las conductas, en el rendimiento y en los resultados de otra, bien sea de manera positiva, produciendo un alto rendimiento, o por el contrario afectando de manera negativa sobre el mismo. A este fenómeno se le denomina ”Efecto Pigmalión”.

¿En qué consistió el experimento de Rosenthal?

Se informó a un grupo de profesores de que las capacidades intelectuales de sus alumnos fueron evaluadas mediante una prueba (nunca realizada realmente) y se les comunicó quienes de ellos habían obtenido los mejores resultados y por tanto, los que mejor rendimiento tendrían posteriormente. En realidad, los resultados inventados fueron asignados aleatoriamente, sin poder concluir quiénes eran más o menos inteligentes.

El objetivo de esta investigación era determinar si las expectativas que los profesores se hicieron de sus alumnos fundadas en una información previa sesgada, influían en el desempeño, rendimiento y comportamiento real de los estudiantes. Y así fue: al finalizar el curso escolar, ocho meses después, los investigadores aplicaron realmente los test de inteligencia, descubriendo que, un 47% de los chicos catalogados inicialmente como “muy inteligentes” obtuvo una media de 20 puntos más que el resto.

¿Por qué se produjo el Efecto Pigmalión?

Rosenthal descubrió que los profesores se habían creado unas altas expectativas sobre los estudiantes y actuaron a favor para que éstas se cumplieran: prestaban una especial atención a los estudiantes que creían que tenían “más potencialidades”, les explicaban con más paciencia, estimulaban sus habilidades planteándoles nuevos retos y eran más comprensivos ante sus errores. Los alumnos, al tener un entorno más rico y estimulante, tenían mayor motivación por el aprendizaje y sus resultados eran mejores.

Es un hecho que las creencias y sentimientos sobre nosotros mismos, otras personas o situaciones interpretan nuestras experiencias, pudiendo distorsionar o sesgar nuestras percepciones: aquello que confirma nuestra idea previa es reforzado, mientras que la información que no encaja en nuestros esquemas, casi sin darnos cuenta, es desatendida o, directamente, rechazada.

Así mismo, si alguien que tenemos cerca nos motiva, nos anima, nos valora, y nos trasmite que podemos conseguir ciertas metas, generamos en nosotros mismos creencias potenciadoras y positivas que nos ayudarán y nos impulsarán a alcanzar esas metas potenciando nuestro rendimiento final. Por el contrario, si esa persona no confía en nosotros, ni en nuestras habilidades o capacidades, muy posiblemente formaremos creencias limitantes e incapacitantes que afecten de manera negativa en nuestra autoestima y por lo tanto en nuestra capacidad para poder alcanzar y conseguir lo deseado.

El efecto Galatea: el poder de nuestras propias creencias

Los propios esquemas mentales, creencias y expectativas (ya sean altas o bajas) sobre uno mismo también determinan su actuación en entornos sociales, en el rendimiento laboral… produciéndose el mismo fenómeno, denominándose en este caso “Efecto Galatea”.

Está comprobado que, las personas que se perciben como más competentes para lograr alguna tarea y tienen mayor confianza sobre sí mismas, acaban realizándola con menos esfuerzo y más satisfacción, obteniendo también mejores resultados.

Este fenómeno está relacionado con el sentimiento de autoeficacia que, cuando es realista y está ajustado al contexto, ayuda a que las personas obtengan mayor bienestar y desempeño social. Por el contrario, quienes sienten que no tienen los recursos necesarios para obtener el éxito, no tienen la suficiente confianza en sí mismos o se sienten inseguros frente a las exigencias del medio, acaban teniendo peores resultados, sintiendo insatisfacción y fracaso. Estas personas es muy posible que tengan un historial mayor de fracasos, los cuales refuerzan y reafirman la imagen que ya tienen sobre sí mismos.

Consecuencias negativas del efecto Pigmalión o profecía autocumplida

El efecto Pigmalión no sólo se observa en el desempeño de los estudiantes. También influye en la mejoría de la productividad de las empresas: cuando un trabajador recibe de manera continuada la aceptación y el reconocimiento de su jefe, su autoestima aumenta igual que la posibilidad de que el empleado muestre un alto desempeño en sus actividades y funciones. Sin embargo, cuando las capacidades y funciones de un trabajador son criticadas, disminuye la calidad del trabajo.

Otro gran impacto es el producido en los más pequeños. La familia (padres, hermanos, abuelos…) ejerce gran influencia en los niños y sus expectativas pueden llegar a producir mucha presión sobre ellos. Frases muy repetidas a los niños como “¿quieres que te pase como a mí y no terminar los estudios?, ¿sabes que si no te esfuerzas ahora no tendrás una buena vida?” O comentarios como “es desobediente”, “no es bueno”, “nunca llegará a ningún lado”, “es vago por naturaleza”… también ,a mantienen las consecuencias negativas del efecto Pigmalión. Para evitar esto, los adultos debemos tener claras cuáles son las expectativas reales que queremos transmitir al menor y por qué. Es imprescindible que fomentemos sus potencialidades, recordándoles de manera habitual cuáles son sus cualidades, sus puntos fuertes, sus habilidades y sus logros, incentivando una comunicación abierta con un clima agradable y de confianza. También es importante no criticar al niño, sino a su comportamiento y fomentar la iniciativa y la búsqueda de nuevas oportunidades para el crecimiento.

LA PSICOLOGÍA Y EL EFECTO GALATEA: PROBLEMAS DE SALUD MENTAL

En algunas problemáticas de salud mental, como por ejemplo la ansiedad, las personas pueden presentar un sentimiento de pérdida de control. En este temor suelen influir los esquemas negativos sobre uno mismo acerca de cómo afrontar situaciones que son percibidas como amenazantes, sin cuestionarse realmente hasta qué punto lo son.

Reestructurar estas ideas y esquemas no siempre es posible por uno mismo, ya que muchas veces la persona no es consciente de todas las creencias limitantes que pueden llegar a repercutir en su desempeño y conductas. En estos casos, la psicoterapia puede ser una gran ayuda, aumentando la confianza en nosotros mismos pudiendo así hacer cambios positivos en nuestra vida, activando así el poder del efecto Galatea.

En nuestro centro “Tu Psicólogo en Alcalá de Henares” estamos dispuestos a ayudarte a trabajar en las creencias que hasta ahora te han limitado al conseguir tus objetivos, así como a incentivar los comportamientos convenientes que te acerquen a conseguir aquellas metas alcanzables y realistas y alcanzar nuevas oportunidades para tu crecimiento.

Marta López Calero
Experta en Terapia Infanto-juvenil