
El miedo es considerada una emoción primaria, y como tal se entiende que ha tenido, y sigue teniendo, un valor evolutivo imprescindible en la especie humana. De la misma manera, podemos entender que el miedo es de un indispensable valor para el propio desarrollo evolutivo de la vida de las personas. Se ha podido observar que en cada una de las edades aparecen una serie de miedos característicos, y que algunos de estos miedos tienden a desaparecer o disminuir en el momento de que ya no son tan necesarios. Esto es lo que se denomina miedos evolutivos, y es necesario tenerlos en cuenta a la hora de discriminar en los niños y adolescentes si estamos hablando de una fobia o miedo evolutivo.
Sin embargo, el miedo puede convertirse en un problema cuando este deja de ser útil, y se vuelve desproporcionado y desadaptativo, y es aquello a lo que denominamos fobia, pudiéndose desarrollar trastornos fóbicos durante la infancia, e incluso extendiéndose estos problemas a la vida adulta Se establece que el miedo es desproporcionado, cuando ante un elemento inofensivo y que no supone ningún peligro la respuesta del niño o niña es excesiva. Y desadaptativo cuando la alta magnitud de la respuesta del niño o niña, le ocasiona un gran malestar, serias inquietudes, manifestaciones molestas como mareos, diarreas, dolores de cabeza, etc. Además. El funcionamiento cotidiano del niño además se ve entorpecido, afectando también a su desarrollo personal.
A partir del, ya clásico, cuestionario de miedos FSSC-R (Fear Survey Schedule for Children; Ollendick, 1983), que ha supuesto un gran impulso para la investigación sobre la prevalencia, naturaleza y estructura de los miedos en la niñez y adolescencia, se ha podido establecer una comparación de dichos miedos con las fobias en adultos. De las investigaciones generadas tras el nacimiento de este cuestionario, se han podido describir la existencia de 5 dimensiones factoriales de los miedos en niños y adolescentes (de los 7 a hasta los 16 años):
– Fracaso y crítica: Exponer un tema en clase, ser castigado por sus cuidadores, ser regañado o criticado, suspender un examen, cometer errores, tener que vestir diferente a los demás, etc.
– Lo desconocido: La muerte o la gente muerta, los lugares cerrados, las tormentas, las habitaciones oscuras, los fantasmas o las cosas misteriosas, los cementerios, estar en soledad, la muchedumbre, etc.
– Daños menores y pequeños animales: Ratas o ratones, lagartijas, objetos afilados, arañas, serpientes, una pelea, cortarse o hacerse daño, picaduras de abejas, etc.
– Peligro y muerte: El fuego o quemarse, ser atropellado por un coche o camión, caerse desde lugares altos, que un ladrón entre en casa, los terremotos, no poder respirar, etc.
– Miedos médicos: Los hospitales, ir al médico, que les pongan una inyección, etc.
En los estudios realizados con el FSSC-R se han encontrado diferentes tipos de miedos comunes en los diferentes tramos de edades en la niñez y adolescencia. En la población de 7 a 16 años, se han destacado 8 miedos que comunes en las personas de estas edades: ser atropellado por un coche o camión; no poder respirar; los bombardeos; que el país sea invadido; el fuego o quemarse; caer desde lugares altos; que un ladrón entre en casas; los terremotos; y a la muerte o a la gente muerta, mientras que el resto son específicos de varios grupos de edades. En la población de 7 a 10 años, se completa hasta la decena con “perderse en un lugar desconocido”, y “ser enviado al director”; mientras que “obtener malas notas” y “suspender un examen” se añaden en la franja de 11 a 16 años. Esta diferencia parece mostrar que en los más jóvenes se tienden a dar más relevancia en el miedo a la separación y el castigo; mientras que los mayores los miedos tienden más hacia una naturaleza social-evaluativa (aunque en los dos casos, buena parte de los miedos más comunes correspondan a la dimensión peligro y muerte)
Si hacemos una comparación con las dimensiones de las fobias que se han descrito también con este cuestionario, pero adaptado a las personas adultas, podremos comprobar que las dimensiones sacadas del FSSC-R para niños/as tienen cierta correspondencia con las dimensiones descritas para personas de mayores edades, por lo que este fenómeno podría tener implicaciones desde el punto de vista psicoterapeútico. Así la dimensión de fracaso y crítica se correspondería con la dimensión fóbica “eventos o situaciones interpersonales” de las personas adultas; el miedo a lo desconocido podría tener alguna correspondencia con la “agorafobia”, excluyendo algunos miedos propios de la infancia (p.ej. miedo a los fantasmas y cosas misteriosas); en el caso daños menores y animales, parece evolucionar hacía una dimensión más específica en las personas adultas, fobia a los “animales”; y por último, las dimensiones de peligro y muerte; y miedos médicos, se fusionan en los adultos en una sola categoría, “muerte, daños, enfermedad, sangre y procedimientos quirúrgicos”. Se podría decir que, aunque existen variaciones evolutivas importantes en los miedos entre los niños y los adultos, también es cierto que se mantiene una estructura estable de los mismos a través de todas las edades. Por tanto, podríamos decir que, si bien es cierto existen una serie de miedos comunes no patológicos en la infancia y adolescencia, en algunas ocasiones, si estos miedos fueran excesivos o recurrentes, podrían estar escondiendo posibles trastornos fóbicos, que además, es probable que se mantengan a lo largo de los años, hasta la edad adulta.
Si has observado que tu hijo o hija muestra miedos excesivos, que superan lo que es normal comparándolos con los niños o niñas de su edad, no dudes en consultar con un profesional de la psicología para que se le realice una conveniente evaluación profesional. En Tu Psicólogo en Alcalá de Henares estamos especializados en el tratamiento de este tipo de problemas de la infancia y adolescencia. Estamos aquí para ayudarte.
Remedios González Barbado
Experta en análisis y terapia de la conducta