Los principales enemigos del confinamiento

Los principales enemigos del confinamiento

Es difícil predecir cuales van a ser la repercusiones en la salud psicológica de la población debido al confinamiento preventivo prescrito a causa de la crisis pandémica del coronavirus. En un estudio publicado en febrero por la Sociedad China de Psicología se señaló que un 42% de los 18.000 ciudadanos chinos encuestados mostraba síntomas de ansiedad relacionada con el coronavirus, mientras que un 16% de 14.000 analizados presentó indicios de padecer distintos niveles de depresión. Es conocida la capacidad de adaptación que posee nuestro organismo a diferentes situaciones extremas, pero también es cierto que las investigaciones sobre la respuesta de estrés humana nos avisan de que un nivel demasiado elevado de la misma, mantenida durante un tiempo suficiente, a menudo causa problemas psicológicos. Por tanto, es bastante tentador prever que en las sociedades en las que se está produciendo el confinamiento va a haber un porcentaje importante de la población que va a sufrir consecuencias psicológicas negativas tras el periodo de cuarentena.

Desde un punto de vista individual, dejando al margen posibles dinámicas interpersonales no convenientes que puedan surgir entre las personas que comparten confinamiento, que también puedan influir sobre la respuesta de estrés de estas personas, y por consecuente también en su salud psicológica, podemos aventurar que dos van a ser los factores riesgo más relevantes durante el encierro no deseado: la incertidumbre ante el futuro y la reducción en la tasa de actividades saludables. En lo que resta del escrito voy a intentar describir cómo puede que nos afecten estos dos factores durante el confinamiento sin pretender dar soluciones mágicas, que no existen. Cada problema individual tiene una solución específica, por mucho que dicho problema tenga parecidos en grupos de personas. La psicología es una ciencia que precisa de una evaluación o análisis previo específico a cualquier tipo de intervención, por lo ofrecer soluciones universales no solo no es recomendable, sino que además es poco ético.

Vamos con el primero de los posibles factores de riesgo. La respuesta de ansiedad aparece siempre en situaciones de incertidumbre, esto es normal. El problema es que la situación actual produce una elevada sensación de falta de control sobre el futuro. La verdad es que nunca podemos tener el control sobre el futuro, el azar, lo impredecible, siempre están ahí. Sin embargo, aparentemente, en la situación anterior a la crisis teníamos una percepción de mayor control, qué es a lo máximo que a lo que podemos aspirar, a tener la sensación de que podemos controlar en alguna medida nuestro futuro. Esto ha saltado por los aires en las últimas semanas, y lo peor es que tendremos que acostumbrarnos a ello, va a pasar algún tiempo hasta que podamos volver a sentir algo parecido a una percepción de seguridad y predictibilidad sobre el futuro. Cada uno de nosotros vamos a tener nuestras propias razones para temer al futuro, y esto no va a ser fácil de manejar. Sin embargo, no nos va quedar otra que la de buscar las formas de hacerlo, porque si vivimos con una respuesta de ansiedad excesivamente elevada durante demasiado tiempo, puede que algo vaya a empezar a funcionar mal, y lamentablemente se confirmen los temores que teníamos por el futuro, y las propias consecuencias de la incertidumbre se conviertan en un problema de salud. Necesitamos tener planes de futuro, objetivos a medio y largo plazo que nos enganchen al día a día, y si perdemos este hilo, se pierde la sensación de control. En la situación actual, el único plan, los objetivos a medio o largo plazo, puede que tengan que ver simplemente con el siempre hecho de sobrevivir al confinamiento. Esto va a exigir una cierta capacidad de saber calmar la necesidad de buscar otros objetivos más ambiciosos. Esto no va a ser fácil.

La inactividad o falta de actividad saludable suficiente puede que sea el segundo de los grandes problemas que vivimos en la actual situación de confinamiento. No solo estoy hablando de la actividad motora, que sin duda es muy importante para nuestra salud, también estoy hablando de actividades que nos permitían tener la sensación de utilidad, de dominio y de satisfacción. En el día anterior a la crisis estas actividades convenientes apenas había que buscarlas, tener un trabajo, en cualquiera de sus modalidades, aportaba la posibilidad de desarrollar buena parte de ellas. Tener un trabajo no es que fuera suficiente para sentirnos útiles y satisfechos con la vida, pero ayudaba bastante. Como decíamos antes, esto ha saltado por los aires, y lamentablemente la posible situación de desempleo puede que se alargue para demasiadas personas. Nuestro estado de ánimo necesita de un nivel mínimo de actividades saludables. Son precisamente estas actividades saludables la gasolina para nuestro organismo funcione adecuadamente. Hay cierto desconocimiento de este fenómeno. Demasiadas personas creen que hay que tener ganas para hacer cosas, y realmente sucede lo contrario, hay que hacer cosas convenientes para poder tener ganas de hacer más cosas. El confinamiento está suponiendo un verdadero reto con respecto a las actividades necesarias para mantener un nivel de estado de ánimo óptimo. Sólo pensando en la cantidad de actividades sociales a las que ahora no tenemos acceso, ya podemos hacernos una idea de cuál es la magnitud del problema. Al igual que con respecto a la incertidumbre, si no las desarrollamos y nos enganchamos a una cantidad suficiente de actividades saludables durante el tiempo que dure el confinamiento, algo va a empezar a funcionar mal. Esto va a exigir una cierta capacidad de ser constantes y tener una cierta disciplina para llevar a cabo una agenda diaria de actividades suficiente para mantenernos en buen estado de forma anímica. Esto no va a ser fácil.

No solo es que ambos factores, falta de sensación de control y la falta de actividades saludables, van a ser importantes mientras dure el confinamiento, sino que ambos factores interaccionaran, y si uno aparece, puede que influya en que aparezca el otro, y viceversa. Sin duda, las soluciones para el problema del coronavirus serán sociales, tendrán que ver con la acción global conjunta. Sin embargo, cada uno de nosotros tenemos la responsabilidad de cuidarnos para poder participar, poner nuestro granito de arena en implementar las soluciones. Una ya la estamos poniendo en práctica, vivimos confinados para prevenir el número de casos graves y muertes por Covid-19. Es importante que vayamos encontrando algún sentido a este confinamiento. La más básica de las posibles razones que podemos encontrarle a este episodio de nuestras vidas es que salgamos de está en las mejores condiciones, que estemos listos y disponibles para cuando termine esta pesadilla y tengamos la oportunidad de seguir aportando a la sociedad en la que vivimos, como lo hacíamos antes, cuando retornemos a unas condiciones de aparente normalidad y estabilidad. No a todos nos estará afectando de la misma manera este confinamiento, pero mientras dure, no nos queda otra que cuidarnos, es nuestra principal responsabilidad, debería ser nuestro principal objetivo, ahora, y siempre.

Francisco Morato Bermejo
Especialista en Psicopatología, Intervención Clínica y Salud