Invalidación Emocional

Invalidación Emocional

Cada vez es más común escuchar o leer acerca de la importancia de la regulación de nuestras emociones para sentirnos mejor. Sin embargo, a veces no somos conscientes de los pasos que hay que dar para poder alcanzar este objetivo. Podemos resumirlos en tres puntos principales:

 – Identificación. La identificación consiste en poner nombre a lo que sentimos, es decir, saber con qué emociones se corresponden las sensaciones que estamos experimentando. Existe mucho más vocabulario emocional que el que solemos utilizar, y conocerlo puede ayudarnos en este sentido.

– Validación. La validación consiste en aceptar lo que sentimos y darnos permiso para sentir las emociones que hemos identificado previamente. Esto parte de la idea de que no hay emociones buenas ni malas, sino que todas tienen una función importante y por ello hay que atenderlas y darles un espacio. Lo contrario es la invalidación emocional, es decir, juzgarnos por sentir determinadas emociones y tratar de evitarlas, lo cual hace que estas emociones se intensifiquen y no sean reguladas. 

– Regulación. Por último, la regulación se basa en la habilidad de manejar nuestras emociones, mediante estrategias de autorregulación o corregulación. Las estrategias de autorregulación son aquellas que dependen solo de nosotros mismos para ser implementadas, como técnicas de respiración o hacer ejercicio físico. Por otra parte, las estrategias de corregulación son aquellas para las cuales necesitamos a otras personas cercanas, como desahogarnos con un amigo o un familiar.

Cuando hemos tenido en nuestra infancia y/o adolescencia un entorno invalidante, puede sernos muy difícil validar nuestras emociones en el presente. Esto es así porque este entorno nos ha enseñado, mediante el juicio y el cuestionamiento que han hecho de nuestras emociones, que hay algunas emociones que son malas y por tanto hay que evitarlas. Este entorno puede estar formado por nuestros padres, abuelos, profesores, etc., que realizan estas conductas sin a veces ser conscientes de ello. Algunas formas en que hemos podido sufrir esta invalidación son cuando los adultos no prestaban atención a nuestras emociones, cuando utilizaban el positivismo tóxico (“Querer es poder”) o la exigencia de que tenemos que ser fuertes y poder con todo, cuando recurrían a decir que algo es una broma cuando decimos que algo nos molesta para minimizarlo, cuando desalentaban emociones desagradables (“No te preocupes”, “No llores”), entre otras.

El hecho de haber vivido estas situaciones de forma recurrente hace que las interioricemos y que muchos de esos mensajes pasen a formar parte de nuestro diálogo interno, es decir, de nuestros pensamientos. Por ello, podemos acabar utilizando la invalidación emocional con nosotros mismos sin darnos cuenta, lo que hará que nos sintamos culpables, avergonzados o débiles cuando sintamos ciertas emociones, y no sepamos cómo regularlas.

Por tanto, lo importante es identificar que esto nos está sucediendo, comprender cuál es el origen e intentar realizar cambios en este sentido. Estos cambios pasan por identificar nuestros pensamientos, para lo cual escribirlos puede ser una buena idea, y tratar de cambiar la forma en que nos hablamos a nosotros mismos a un modo más amable. Algunos mensajes que podemos aprender a darnos son: que nos permitimos sentir, que lo que sentimos es válido, que nuestras emociones son importantes y que lo hacemos lo mejor que podemos.

Es interesante también identificar si se activan ciertas resistencias al intentar modificar nuestros pensamientos, como el miedo a que, si validamos nuestras emociones, podamos dar rienda suelta a nuestros impulsos. Sin embargo, esto no es así, ya que validar nuestras emociones no implica validar nuestras conductas o reacciones. Es decir, puedo permitirme estar enfadado y no permitirme tener una conducta agresiva.

Este es un proceso que puede ser algo largo y costoso, pero que con las herramientas adecuadas se puede superar. En Tu Psicólogo en Alcalá de Henares podemos ayudarte, no dudes en contactarnos si nos necesitas.

 

Lucía Pablos Domingo
Psicóloga General Sanitaria