Hijos/as de la Violencia de Género

Hijos/as de la Violencia de Género

En esta entrada del Blog queremos hablar a cerca de esas otras víctimas invisibles de este tipo de violencia: los niños –hijos e hijas de la violencia de género-. Niños expuestos a situaciones de malos tratos.

El machismo es un problema social que se sustenta en un modelo patriarcal que legitima el poder y la dominación del hombre hacia la mujer y los hijos. Además, históricamente la familia se consideraba como algo situado fuera del control social por lo que el hombre podría ejercer su poder sin tener ningún tipo de responsabilidad legal o social.

Una característica relevante de la violencia de género, que no posee otro tipo de violencia, es que se trata de una “violencia extensible”. El agresor pretende dominar a la mujer a través de sus hijos, u otros miembros de la familia, y por tanto estos menores se convierten en víctimas de la violencia machista al igual que sus madres.

Es importante resaltar que además de ser altamente probable que los niños sean víctimas directas de violencia física o psicológica en situaciones de maltrato doméstico, los hijos de las mujeres maltratadas son receptores directos de la violencia contra sus madres, aunque ellos directamente no hayan recibido ni un solo golpe. Vivenciar la angustia de la madre maltratada, su temor, inseguridad, tristeza, les produce una elevada inseguridad y confusión. Esa angustia se traduce en numerosos trastornos físicos, terrores nocturnos, enuresis, alteraciones del sueño, cansancio, problemas alimentarios, ansiedad, estrés, depresión, etc.

Tipos de Violencias y consecuencias en los niños:

Existen distintas formas de violencia que pueden sufrir los menores y por tanto diferentes consecuencias psicológicas en su desarrollo.

La violencia directa es aquella en la que los menores experimentan los mismos actos violentos que la madre (o mismos tipos), como pueden ser amenazas, insultos, patadas, intimidación, etc.

La violencia indirecta es cuando la agresión ocurre cuando no pueden tomar distancia de sus progenitores, estén o no estén presentes, pueden oír por ejemplo los golpes de una agresión, percibir las reacciones de la madre, etc.

Consecuencias a la exposición directa o indirecta

Crecer en un entorno rodeados de violencia daña el desarrollo de los menores, siendo víctimas de violencia directa o indirecta, crecen entendiendo la violencia como una pauta relacional normal.
Las principales consecuencias de la violencia familiar se pueden resumir de la siguiente manera:

Consecuencias de la violencia directa: A nivel físico se produce un retraso en el crecimiento, alteraciones o trastornos del sueño y de la alimentación, menos habilidades motoras, problemas psicosomáticos y represiones. A nivel cognitivo, problemas en el lenguaje y escolares; siguiendo con problemas emocionales como ansiedad, rabia, ira, aislamiento depresión y baja autoestima. Por último, problemas de conducta como son la falta de habilidades sociales, inmadurez, agresividad, delincuencia o toxicomanía.

Consecuencias de la violencia indirecta: Las madres que sufren violencia de género presentan incapacidades para atender a sus hijos debido a la situación psicológica en la que se encuentran y por tanto esto trae repercusiones sobre los menores, como situaciones de abandono y negligencia. En la teoría del “Círculo Interactivo de la Violencia Familiar” Pedreira Masa habla del estrés que sufre la madre víctima de esta violencia, que hace que esta genere un vínculo con los menores en los que predomine este factor y afecte negativamente a la relación materno-filial.
Por otro lado, los padres, que son quienes ejercen la violencia, presentan una falta de capacidad para crear un vínculo seguro con sus hijos y por tanto pueden crear en ellos problemas en las relaciones y vinculaciones afectivas.

Transmisión generacional de la violencia. Un modelo de aprendizaje

Además de todos los efectos mencionados en el apartado anterior, existe uno de gran relevancia a largo plazo, se trata del modelo de aprendizaje de conductas violentas, el cual lleva a estos niños y niñas a repetir estos patrones de conducta ya que han internalizado los roles violentos y han establecido modelos de vinculación equivocados que les llevan a considerar la unión entre el amor y la violencia.

Sabemos que es en el entorno familiar donde el menor aprende los modelos apropiados de relacionarse; los estilos de crianza y la relación con los padres influyen sobre como el niño y la niña va a relacionarse con el resto de la sociedad. Los modelos educativos punitivos son modelos de resolución de conflictos de manera violenta y el rechazo parental o maltrato supone en el menor la presencia de conductas de rechazo a los demás y sesgos de atribución hostiles. Todo esto les lleva a problemas interpersonales, y como consecuencia, a desarrollar un estilo relacional deficitario. Esta conducta se generaliza hasta la edad adulta, donde se aplica posteriormente con la familia o la pareja.

Estos menores que se han visto expuestos, como víctima o testigos, a la violencia de género aprenden una serie de valores y creencias negativas sobre la violencia en la pareja y en la familia, ya que han normalizado el uso de la violencia para resolver conflictos.

Si bien hay algunos menores que consiguen adquirir una capacidad resiliente, no es lo más común y en un alto porcentaje estos niños están sufriendo a corto y largo plazo las secuelas de la violencia, con riesgo de que la misma se perpetúe en futuras generaciones, lo que agrava aún más la situación. No debemos olvidar que las consecuencias se dan a nivel físico, a nivel psicológico, en el desarrollo del niño, en el vínculo materno-filial y paterno-filial, en la interiorización errónea de roles y modelos, en un posible modelo de aprendizaje de las conductas violentas (consecuencias transgeneracionales), en el ámbito escolar, etc.

Las medidas preventivas son sumamente importantes. Es clave la sensibilización e información a nivel familiar, escolar y social sobre la problemática de la violencia de género en todas sus modalidades y atendiendo a todas sus víctimas.

En el centro de psicólogo Tu Psicólogo en Alcalá de Henares, nuestro equipo de psicólogos/as te puede proporcionar apoyo y asesoramiento. En un primer momento es importante poder escuchar de forma empática, sin juzgar, evaluar las principales necesidades, preocupaciones y miedo, validar las experiencias y sentimientos experimentados y sobre todo establecer un plan de seguridad, facilitando la conexión con los servicios sociales de apoyo existentes en estos casos.

 

Manuela Andreeva
Psicóloga General Sanitaria en Prácticas