El Proceso de la respuesta de estrés

El Proceso de la respuesta de estrés

El Estrés, una respuesta natural

Antes de ir desgranando cada una de las diez estrategias propuestas para reducir y manejar el estrés en el anterior post, vamos a intentar entender cómo se produce la respuesta de estrés. El estrés es una respuesta natural de nuestro organismo que sea activa, a modo de alarma u orientación hacia estímulo, ante lo que nos va sucediendo a nuestro alrededor, como también a lo que acontece en nuestro interior. Si queremos disponer de las mayores posibilidades de éxito en la adquisición de unos hábitos saludables contra el estrés, parece lógico que nos interese saber la manera en que la respuesta de estrés aparece, aumenta y disminuye.

Fases del proceso (1)

[A] Estresor

En primer lugar, sucede o se presenta un estresor. El estresor pueden ser multitud de eventos y situaciones (amenazas, agresiones, conflictos, sobreesfuerzos, peligros, los propios pensamientos, etc…). Los eventos estresores se suceden continuamente en nuestra vida, nos enfrentamos a cientos, miles de ellos cada día. Un evento o suceso estresor se puede medir cuantitativamente, pudiendo ir desde un pequeño evento que casi pasa desapercibido, hasta una enorme catástrofe. Por ejemplo, si se posa un mosquito en nuestro brazo, seguidamente producirá una alarma (o respuesta de estrés): “atención mosquito en la zona superior del antebrazo; el mosquito puede introducir su trompa en nuestra piel, succionar nuestra sangre; posteriormente se podría producir una irritación e inflamación en nuestra piel que nos va a hacer rascarnos durante varios minutos, o mucho peor, nos podría transmitir una enfermedad». Obviamente, he exagerado el detalle de cómo se produce la respuesta de estrés producida por la percepción de un mosquito rozando la piel de nuestro antebrazo, ya que no analizamos así cada evento o suceso que ocurre a nuestro al rededor (sería una auténtica locura), pero sirva de ejemplo para entender cómo se desarrolla este proceso.

[B] Interpretación

Interpretación del suceso/evento estresor. El sentido común nos puede decir que a medida que el estresor sea más intenso o importante, mayor será la respuesta de estrés. El ejemplo anterior con nuestro mosquito es un ejemplo de un evento estresante menor, por lo tanto, la respuesta de estrés sería pequeña. Ahora imaginemos otro suceso estresante, el inminente choque frontal con nuestro vehículo con otro vehículo que viene en sentido contrario en una carretera secundaria. Este sería un evento estresante mucho mayor, y de mayores consecuencias si llegará a producirse, por lo que es de esperar que nuestro organismo responda poniendo en marcha una respuesta de estrés acorde al inminente accidente. Aunque esto pueda ser cierto que, a un estresor mayor, mayor es nuestra respuesta de estrés, también hay que tener en cuenta algo que nos da posibilidades de manejar la respuesta de estrés a nuestra conveniencia; nuestra interpretación de la realidad también es capaz de amortiguar o, por contra, aumentar la respuesta de estrés.

[C] Respuesta

Finalmente, y por suerte para nosotras/os, y nuestra supervivencia, se produce la respuesta de estrés. La respuesta de estrés depende, por una parte, como ahora ya sabemos, de cómo fue el estresor, cuál fue su magnitud o el peligro que supone para nuestro organismo; y de cómo lo interpretemos, cual sea nuestra percepción de lo que está ocurriendo. La respuesta de estrés de nuestro organismo ante la presencia de un suceso estresante buscará solventar la necesidad de afrontamiento de dicho suceso. Así, el sistema nervioso de nuestro organismo nos preparará para, o bien luchar contra este suceso, o bien huir de él (lo que se ha llamado respuesta de lucha o huida). Bien es cierto que esta respuesta se puede producir como una respuesta de inmovilización. Cuando ante situaciones extremas podemos llegar a quedarnos congelados/as, incluso llevándonos a perder la conciencia, permitiéndonos de este modo sobrevivir ante un suceso estresante que estaba produciendo altos niveles de dolor o grave peligro para nuestro organismo. Esto me recuerda cuando de niño, ante el ataque inminente del perro más grande que haya visto (al menos desde la altura que tenía en aquel momento) hizo que no moviera ni un solo de los músculos de mi cuerpo, ni siquiera recuerdo si pestañeé. En aquel momento no entendí porque me quedé paralizado, ahora entiendo que gracias a eso tengo mis 4 extremidades en su sitio. En otras situaciones, sin embargo, como se ha apuntado antes, nuestra respuesta de estrés movilizará nuestros recursos para huir del estímulo estresor (p.ej., si vemos a un/a ex-novio/a besándose con una persona al entrar en un bar), o para luchar contra el estímulo estresor (p.ej., el caso anterior, pero ahora es nuestra pareja actual; aunque esta situación también nos podría dejar helados/as, claro está).

(1) Desde un punto de vista cognitivo-conductual.

En Conclusión

Ahora que ya sabemos cuándo y cómo aparece la respuesta de estrés, que es una respuesta natural de nuestro organismo que nos permite seguir vivas/os será más fácil entender cómo acometer las estrategias para reducir y manejar el estrés, cuando la respuesta de estrés sea disfuncional o desadaptativa.  Cada una de las estrategias que vamos a intentar aprender con la lectura de las siguientes publicaciones tienen como objetivo actuar sobre una o varias de las fases A, B y C del diagrama básico del estrés. Las iremos explorando, paso a paso.